Con la idea de despojarse de todo y recorrer al menos 20 países de Sudamérica, los jóvenes marcospacenses Gabriela Alvarez (38) (maestra jardinera) y Gustavo Cubilla (31) (psicopedagogo), decidieron subirse a una ilusión que rompe con todos los moldes: iniciar una expedición en un colectivo que llegará hasta México, y que recién retornará en febrero de 2015 al lugar desde donde arranca, Córdoba capital. “Habrá que ver si los casi 20 que viajamos vuelven a la Argentina, o se quedan por algún lugar de América trabajando y cambiando completamente la vida que hacían en la Argentina. O capaz que alguien se vuelve antes, puede pasar de todo”, contaba Gaby, a este medio, en una entrevista exclusiva.
Gustavo tuvo intervenciones en radios comunitarias (conduciendo programas), y uno de los proyectos dentro del bus será ese, saldrá al aire los jueves. También se las rebusca con malabares y trabajos circenses. Allí, en una escuela, la conoció a Gabriela, y se hicieron muy amigos. “Nunca eché raíces acá por algo”, dijo ella, quien conoció al organizador de este viaje en Tilcara, cuando decidió viajar hacia el norte, sola.
La aventura se llama América en Bus, el colectivo sale el 1º de febrero y los 19 pasajeros dispondrán de camas y asientos con cinturón de seguridad. El bus tendrá una cocina, una heladera, y el baño. Quienes viajan no se conocen entre sí y ni siquiera eran amigos previamente, sólo tuvieron un encuentro allá por julio de 2013, en San Marcos Sierra: hay gente de Colombia, Chile y Paraguay. Y la mayoría de los pasajeros son argentinos.
La recorrida arranca por Córdoba, hasta llegar a Bolivia, y luego se continúa por países cercanos al Océano Pacífico hasta llegar a México y después se vuelve por el Atlántico. “La idea es rebuscársela con lo que uno pueda hacer, en mi caso puedo hacer trabajos circenses. Hay un fondo común para el colectivo y gastos en general”, cuenta Gustavo. Por el lado de Gabriela, quien se incorporó el lema de que en “la vida no hay nada seguro”, buscará ganarse la vida pintando remeras, haciendo mandalas y productos en base a cuero. “Siempre se aprende algo, lo importante es que haya buena predisposición”. Cada cual puede hacer la vida que quiere, dentro o fuera del colectivo. Si para en un lugar, los chicos no necesariamente tienen que estar juntos. Quien quiera trabajar, o dar vueltas solo, lo podrá hacer. Wayra (el apodo del bus) estará al menos diez días en cada lugar que recorra, pero nadie tiene la obligación de volverse con el grupo. Habrá gente que se enamore de una comunidad, y se sienta cómoda, y quizá se quede a vivir allí. O quizá, haya gente que decida volverse antes a su país de origen.
“Hay que elegir bien lo que vamos a llevar, ya que nos dijeron que el colectivo debe ir lo más liviano posible, se permite tan solo una mochila de ropa por persona. Hoy por hoy no tenemos grandes responsabilidades como las de criar un hijo o estar en pareja, y este viaje te da la libertad de hacer lo que nos gusta. Vamos a conocer gente que no conocemos e intercambiamos nuestra cultura con otras culturas. Tratar entre todos de convivir entre tantas personas está bueno”, cuentan los chicos, quienes tienen todo el apoyo de sus familiares, amigos y conocidos para realizar este viaje, que les puede cambiar la vida por completo.
En una comunidad dentro o fuera del bus, puede pasar de todo en materia de convivencia, aunque por la cabeza de estos jóvenes de Marcos Paz uno de los sueños es quedarse a vivir, al menos un tiempo, en algún lugar. “Un lugar que de chico me llamó la atención son las Guayanas, aunque no pasemos por ahí, soy capaz de hacerme una escapada”, dijo Gustavo. Mientras que Gabriela casi casi tiene un pie en Tilcara, un lugar del norte que describe con una admirable fascinación en su rostro. Antecedentes de estos viajantes locales, así enfrentándose a lo desconocido y a la aventura, hay varios. Quizá el caso más conocido, que ha recorrido lugares inéditos en su Peugeot 404 es Vitota Víctor Pane, a quien este medio también entrevistó. “Hay una frase que dice 365 días con techos de estrellas y suelo de arena”, agrega Gabriela, quien tuvo dudas en algún momento y la paralizó el miedo, pero lo pudo superar.
-Es un cambio de vida rotundo…
-Hay un desapego a las cosas materiales, al trabajo supuestamente seguro, pero estaremos cerca de los familiares con la ayuda de la tecnología, redes sociales y la cámara.
Gabriela pide licencia sin goce de sueldo y deja dos cargos en dos jardines de infante estatales, mientras que Gustavo deja su casa sin terminar y sin embargo, se va. Están decididos a subirse a la ilusión de cambiar rotundamente de vida, pero siendo conscientes de que pueden transcurrir los días más lindos o no tanto, pero por lo menos sabrán que lo intentaron. “Si tuviera que llevar solo un objeto material al viaje, sería la nariz de payaso”, dijo Gustavo. Mientras que Gaby elige la computadora, para estar más cerca de sus familiares. Ambos saben que la vida es hoy y están predispuestos al cambio. Se hicieron amigos hace pocos meses, y seguramente allá, lejos de sus casas, se unirán y se fortalecerán para enfrentar esta travesía, que tiene el boleto de ida asegurado.
Mariano Plaza