Uno de los paseos preferidos por quienes tienen el privilegio de conocer la ciudad de Tandil es la denominada “Sierra del Tigre”, muy cerquita del centro y a nada de uno de los caminos turísticos que el municipio se ha esmerado en repavamitar y señalizar, la Avenida Don Bosco. Allí en la calle Suiza, muy amablemente Claudio Barletta (60), el veterinario encargado de cuidar la fauna y el medio ambiente del lugar, contó que empezó a trabajar en 2012.
La reserva se fundó en 1973 por iniciativa de un grupo de vecinos, era una cantera abandonada, actividad minera a cielo abierto. Fue un lugar que se empezó a explotar a principios de siglo XX. “En una reserva natural a diferencia de un zoológico, la función es proteger los animales, hubo ingresos de animales exóticos, pero no es lo correcto”. Está a cargo de una comisión directiva que no tiene fines de lucro. Funciona como un club, tiene personería jurídica. A la vez, desde las facultades de Veterinaria y Humanidades de la Universidad Nacional de Tandil. Hay convenios y líneas de trabajo “donde se hacen investigaciones de fauna, flora y medio ambiente en general”, explica Barletta. Hay pasantes que realizan trabajos de tesis; en esta reserva no hay sólo animales, se trabaja sobre lo geológico y lo arqueológico.
En el plano estrictamente turístico, los visitantes disfrutan de subir el cerro a pie o en vehículo y cruzarse con animales, cara a cara, acariciarlos. Siempre es conveniente visitar el lugar apenas abre la reserva o sobre las 18, cuando está cerrando el ingreso al público. Por qué? Para acariciar burros, ver guanacos y liebres en su estado silvestre, corriendo entre las sierras. O bien acercarse al serpentario para observar a los anfibios y casi poder acariciarlos en su jaula vidriada. “La idea es no tener animales cerrados, hay gente de la ciudad que nos trae gatos monteses lastimados, los curamos y los tenemos que devolver a su hábitat”, cuenta Barletta, quien agregó que a la Sierra del Tigre acuden unos 55 mil visitantes al año. Si bien trabajan en el lugar 3 personas, reciben una ayuda constante de estudiantes de Turismo, para guiar también a los visitantes.
“El europeo que viene a Argentina aprende el idioma; cuando llegan a Tandil les fascina que los plegamientos geológicos que tenemos acá son mucho más viejos de los que observan ellos todos los días en Suiza por ejemplo”, resume sorprendido Barletta, a un año de que la Sierra del Tigre cumpla el 50º aniversario.
Mariano Plaza
